lunes, 25 de noviembre de 2013
EL RÍO DE LA VIDA
El adolescente es un río de meandros que se dirige a la adultez sin garantías de éxito. Ese fluir sinuoso deja a muchos colegas enfangados en cualquier recodo del trayecto, piensa Celes, incapacitados para desembocar como torrentera diáfana en el mar del porvenir. En la mente de nuestro joven se libra una batalla. Desea poner todo su empeño para facilitar el desarrollo; abordar los vericuetos por donde avanzar juntos hacia una meta que es en realidad una salida de tanteo. Pero, a su vez, duda. “¿En realidad merece la pena?”. Varios de los que con él habitan, dentro del Castillo, le vuelven la espalda. El se lanza a proponer cauces de diálogo, de búsqueda conjunta, de reflexión sobre los problemas que atañen, no sólo a ellos (jovencitos de escaso vuelo), sino al conjunto del ser humano. Mas no importa que haya quien se niegue a montarse en ese carruaje. Se realizan tertulias; afloran debates espontáneos; se crean grupos para realizar salidas y excursiones fuera de los muros de la fortaleza; algunos apuestan por el ocio creativo; se organizan festivales llenos de colorido, donde cada uno muestra la faceta artística más destacada... Y Celes descubre que ha prendido la mecha apasionada de forjar un porvenir no escrito. Se puede inventar el futuro.
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¿Qué piensa el pobre loco? Es mejor dejarlo en su estado de languidez. Hoy no está para inventar nada. Todo está ya inventado. Y los inventos, que creía haber sacado de sus propias manos, fueron copias de otros inventos intrascendentes para la vida. Sí, le hicieron feliz durante un corto periodo, pero murieron dejando atrás rastros confusos de su paso fugaz. ¿Es el momento de dejarse llevar por el río de la vida? ¿Para qué luchar contra corriente? Con lo fácil que resulta seguir los dictados de los que llevan la batuta y no salirse del redil ni del papel que te tienen asignado...
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Hay torrentes que arrasan...
ResponderEliminar..esto me recuerda:
Nuestras vidas son los ríos 25
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir; 30
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos 35
y los ricos.