miércoles, 7 de marzo de 2012
Educación en candelero
Soy de una generación en la que, aquellos que pertenecíamos a sectores de población con escasos recursos, sobre todo en zonas rurales, apenas teníamos posibilidad de recibir una educación medianamente decente. Algunos lo conseguimos gracias a nuestra salida de la casa paterna para internarnos en colegios de religiosos, con la perspectiva de terminar siendo miembros de las órdenes que nos acogían. Aunque al final, muy poco terminaron engrosando dichas instituciones. Otros, los menos,fueron a colegios de pago o públicos, pero forzando una inmigración a centros poblacionales donde éstos se ubicaban, lo que suponía un desembolso económico, que sólo con tremendos sacrificios de los progenitores, lo hacían posible. Pero una gran mayoría de nuestros coetáneos no corrieron esa suerte, y apenas tuvieron otra posibilidad que aprender a leer, escribir y defenderse con las “cuentas” básicas.
Es verdad que en muchos casos, la educación que hemos recibido tampoco nos ha abierto grandes perspectivas laborales, y, por regla general no nos ha sacado de pobres. Podemos haber ido a la universidad, sacado una carrera y mal que bien obtenido un trabajo ligado a la profesión, pero puede que no nos haya proporcionado grandes estipendios económicos. Pero sí una gran satisfacción moral y una dignificación personal que está muy por encima del dinero. Porque eso es lo que tiene la educación, posibilita el desarrollo del intelecto, la comprensión del mundo que nos rodea y el despliegue de las capacidades que más humanizan a los seres humanos.
Con la llegada de la democracia y los avances en los sucesivos planes y leyes educativas, el panorama cambió por completo. Las posibilidades de acceso a la educación, independientemente de que todo puede ser mejorable, ha sido prácticamente plena. Y hemos podido gozar de una educación básica y gratuita desde una educación pública de calidad. Con sus lagunas, es verdad, pero que ha supuesto un avance sobresaliente. Quién iba a pensar hace años que cualquier niño, independientemente de extracción social, podría tener educación gratuita y de calidad hasta los 16...
Pero hemos de ser conscientes de que la educación tiene aún por delante un largo camino que recorrer; metas que perseguir y errores que corregir. Y que este pulso hacia el futuro implica sobre todo inversión económica significativa. Es esencial para la vida del ciudadano y por ende para el desarrollo económico de los pueblos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario